Subir una montaña es el paralelismo más adecuado a lo que viene después de enfrentarte a la hoja en blanco. Una vez que tu idea está ya sobre el papel es hora de iniciar el ascenso, un ascenso que no te llevará al éxito, sino al inicio del camino hacia el éxito. Existen un montón de cosas que necesitarás a lo largo de esa ascención hasta el punto cero. Personas que crean en tu proyecto y te ayuden, ya sea formando parte de él o también echándote una mano con las mil y una tareas que puedes necesitar (aspectos legales, comunicación y marketing, contabilidad y finanzas, informática y tecnología, etc)
Para que puedas realizar ese camino tendrás que contar con un pequeño capital que te permita sostener algunos gastos de mínimos, como tener una web de presentación, tarjetas y dossieres de visita, viajes y dietas etc. Es importante en esta fase definir una serie de objetivos concretos a realizar, que sean alcanzables, no utópicos ni tópicos. Las subidas a las montañas no son carreras de ver quién llega más rápido, sino quién alcanza la cima en mejores condiciones.
Al final de ese camino deberías conseguir vislumbrar 3 objetivos como conseguidos, por un lado haber validado tu producto o servicio, por otro adquirir experiencia defendiendo tu proyecto y, finalmente, un sistema de financiación que te permita emprender la siguiente fase del camino.