Muchas veces me ocurre que veo empresas que, si bien un día fueron grandes y fuertes, ahora atraviesan momentos complicados. Muchas de las personas que dirigen esas empresas, preocupadas, recurren a mí en busca de consejo para mejorar esa situación que, en general, identifican con una caída de las ventas como la causa de todos los males. Pero, la realidad, es que la causa de los males no es el descenso de ventas, sino que ese es el síntoma y el mal, o males, suelen estar dentro, muy adentro, de las organizaciones. En mi experiencia los problemas que experimentan todas tienen como denominadores comunes los siguientes:
- Inercia: Los procesos, las decisiones, la forma de hacer todo, dentro de esas empresas, no cambia "por que siempre se ha hecho así".
- Buscar culpables: Ninguna asume que es la empresa la que lo está haciendo mal, todas apuntan a factores externos, como la crisis financiera, los clientes, los proveedores etc, como causantes de los problemas.
- Desmotivación: los profesionales que trabajan en ellas ya no se identifican con la marca, con los valores, con la empresa. Simplemente están quemados y no saben qué hacer.
- Desfase tecnológico: normalmente tienen un desfase tecnológico superior a 10 años en relación al uso promedio de las TIC en la PYME. No consideran necesario invertir en tecnología.
- Desconocimiento del ecosistema: se encuentran completamente perdidos en las decisiones a tomar, cuando la situación se complica se toman las peores decisiones posibles llevados por el pánico, sin pensar, y aconsejados por "un cuñado" que sabe mucho de empresas y sin escuchar a nadie más.
- Relevo generacional: el traspaso de la empresa de los progenitores a los hij@s es normalmente el detonante que agrava todavía más la situación. Los descendientes no conocen el negocio y, en la mayoría de los casos, son más reacios al cambio que sus progenitores.
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